Es evidente que cuando fuerzas encontradas se unen, para alcanzar un objetivo mas alla de los propio, sino el del conjunto, la cosa se hace mucho más fácil.
Eso fue lo que demostró ayer Boca, porque los referentes enemistados, ayer dejaron de lado las diferencias, y tiraron para el mismo lado, porque ayer Boca debía ganar si o sí, para no tener otra semana complicada y quedo asi demostrado en la cancha.
Porque Riquelme se acordó de cómo jugar para y con el equipo, y hasta hizo un golazo al mejor estilo Riquelme de años anteriores.
Porque Palermo, con su mira siempre apuntando al arco de enfrente, volvio a marcar otro llamativo gol al estilo Palermo, algo que nos tiene acostumbrado (un gol de penal pateado con las dos piernas al mismo tiempo, un gol colgado del travesaño, un gol con los ligamento de la rodilla rotos) esta vez de cabeza casi desde la mitad de cancha.
Más allá de estas circunstancias de los dos referentes más importante que tiene Boca en el vestuario, es el saludo al final del partido entre ambos, con el cual quedo reflejado que cado uno sigue siendo el mismo, pero por eso, no debemos olvidar el objetivo principal, que es el equipo.
Y gracias a ésa tregua dentro de la cancha, Boca pudo ganar un partido clave para su tranquilidad de las próximas semanas.
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